Beni Córdoba
No sé cómo he llegado a esta situación, bueno, sí lo sé, por mi eterna inocencia. Siempre acepto los retos para más tarde entrar en pánico. Son los ataques de responsabilidad, no me gusta fallar a la gente que confía en mí.
Así que aquí estoy, sentada ante un folio en blanco. Me presento, mi nombre es Beni, o Benita, según la época en la que se me haya conocido, no soy ni buena ni mala… tengo mis momentos.
Si algo me caracteriza es que soy muy optimista, pero no es mérito mío, nací así, soy curiosa, mandona, tozuda (bueno, quien me aprecia me dice tenaz), yo lo prefiero. Me gusta vivir la vida desde dentro, me meto hasta el fondo, soy soñadora, me ilusiono fácilmente, aunque me cueste algún que otro disgusto.
He vivido a lo largo de mis años alegrías y penas, pero he tenido la gran suerte de hacer siempre lo que me gusta, o conseguir que me gustase todo lo que hacía. No sé si esto será poder de adaptación, o tal vez que la vida me ha enseñado más veces lo bonito que lo doloroso.
Tuve una infancia feliz y eso ayuda, marcando la vida. Las vivencias de los primeros años te llenan de luz y en los momentos amargos nos ayudan a encontrar la mejor manera de salir de los problemas.
Tengo una gran familia, son mi mayor orgullo y mi mejor trabajo. Nos criamos sin padres desde muy jovencitos y yo adopté a la vez los dos papeles. Ellos me aceptaron siempre como tal.
Me encantan las aventuras, he vivido unas cuantas, ya os contaré.
He estado siempre rodeada de niños y niñas muy pequeños y de personas con discapacidad. He sido y soy muy feliz de compartir mi vida con ellos, cada abrazo, cada beso, han sido como un gran faro de luz que brillaba en los malos momentos de mi vida, dándome fuerzas. Mi agradecimiento será eterno.
Por eso, ¿cómo no iba a ser optimista si tengo lo mejor del mundo a mi lado?