Vicente Sorribes
Mis abuelos maternos son de Alcoy y allí vivieron toda su vida al igual que mi madre hasta que se casó, los paternos en Eslida, mi abuelo y mi abuela en Xirivella, mi padre vivió con ellos hasta que se trasladó a ejercer su profesión en Valencia.
Siempre me llamó la atención las palabras de mis padres que revelaban la añoranza melancólica de la vida en sus pueblos de nacimiento. Brillaban sus ojos y parecía, añoranza, recuerdos de paraísos perdidos.
Yo por mi parte estudié en Torrent, viví unos años en el Vedat, y desde hace veinte, trabajo aquí, en mi pueblo, en Torrent. Digo en mi pueblo, porque he descubierto el tesoro de Torrent.
Alguien decía “Donde está mi corazón está mi tesoro”, cuanta razón. He encontrado mi sitio, amigos, afecto, ambiente, paisaje, el mejor urbanismo posible, cultura, tradición.
Siempre he pensado que hay cierto desprecio de lo capitalino hacia el pueblo y sus gentes sin reparar que la esencia de una sociedad está en lo humano, en el auténtico contacto entre la gente, en saludarse y conocer a la gente que vive y trabaja a tu lado y que de verdad se interesa por tus cosas, en la fiesta, en la alegría de vivir, en disfrutar juntos, e incluso llorar juntos, recordamos la tragedia del metro.
Ser de pueblo, lo hemos oído e incluso leído, entraña cierto desprecio de aquellos que no comprenden en su absoluta estolidez, pero si alteramos un poco esta frase y decimos “ser del pueblo”, vemos lo hermoso y digno que hay detrás de estas palabras. Torrent es ciudad pero también es pueblo por su calidez y sus gente, y su hospitalidad. Contemplemos como en toda su historia acogió y acoge a hombres y mujeres de todo origen, clase, raza y condición.
Todo esto lo tenemos en nuestro pueblo y es nuestra obligación ponerlo en valor, cuidarlo, conservarlo. No puede perdurar si los brazos y los pies, que somos los ciudadanos, no lo cuidamos, conservamos y sacamos brillo al tesoro de Torrent.
Decía Victor Frankl que el ser humano alcanza sus mejores logros si da un sentido a su vida, y la vida, la nuestra necesita encajar en un espacio que no solo es un lugar, es lugar con alma, tradición, costumbres, paisaje, personas que ayudan a dar sentido.
Encontremos el tesoro, lo tenemos cerca y es nuestro pueblo.
No me resisto a terminar este articulo con estos versos de Antonio machado:
“Hasta que el pueblo las canta
Las coplas, coplas no son
y cuando las canta el pueblo
ya nadie sabe su autor”